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Foto: Antonio Pérez Abril

Como dicen los Bluesfalos: en Murcia hace mucho calor y la cerveza sube bien, sube, sube, sube bien. Y cierto es, como también es cierto que en Murcia hay muy buenos músicos y buenos poetas y excelentes narradores. Unos narradores de la talla de Javier Moreno, Jose Oscar López, Juan Soto Ivars, Ginés Sánchez y Miguel Ángel Hernández (por nombrar solo a los que he leído, que hay más y muy buenos). También, por supuesto, Leonardo Cano que es el autor que nos ocupa con su primera novela La edad media.

Leonardo Cano (Murcia, 1977) nos presenta en La edad media tres historias que, a su vez, representan dos dimensiones distintas. La primera se correspondería a la adolescencia, a las vivencias que el hijodelrana, Moya y Fauró (entre otros) experimentan en las aulas del Bosco. Unas vivencias marcadas por los amores adolescentes, la supervivencia en el colegio, por la insistencia de un futuro que parece no importar, por el amor a la música, a la simbología de las marcas. La segunda atiende a la edad madura, la edad media si remitimos al título, donde vemos como dos de los protagonistas anteriores, Moya y Fauró, pasada la treintena, han de enfrentarse al desencanto de sus vidas, a la ruptura de las expectativas que habían ido amasando en su juventud. El primero sigue trabajando como funcionario interino de justicia. Fauró, por otra parte, trabaja en un banco y lucha por mantener su relación con Julia, una relación a distancia que avanza hacia la aniquilación.

Pero no entendamos la novela como una historia lineal. En cada capítulo se van alternando las tres historias, es decir, avanzamos con ellas de la mano desde el inicio del libro hasta el final. Una de las cosas que más me han gustado es el ambiente asfixiante de los funcionarios de justicia, una verdadera jaula de grillos donde los empleados son nombrados solamente con las iniciales de sus nombres a excepción de los jueces, algo que sirve al autor para marcar las jerarquías de los empleados. Por otro lado, la relación entre Fauró y Julia, a la que asistimos a través de las conversaciones que mantienen por chat, me ha gustado precisamente por lo que no dice, es decir, entre una conversación y otra el lector intuye que ha pasado el tiempo, que la pareja ha experimentado vivencias que no se cuentan, que uno tiene que intuir, algo que, según mi punto de vista, redobla el efecto que produce la sensación de saber que la relación va a pique. Por último, las vivencias en el Bosco me han parecido divertidísimas, una oda a la adolescencia, al frescor de aquellos años locos que los más nostálgicos nos empeñamos en recordar una y otra vez.

En definitiva, podemos decir que estamos ante una novela generacional. Una novela en la que los nacidos en los últimos años de los setenta y principios de los ochenta nos sentiremos muy identificados pues representa esa edad en la que ya no se es adolescente pero parece que no terminamos de ser adultos, una edad donde nuestros sueños o se han cumplido o somos testigos de cómo sus cristales nos estallan en la cara.  La edad media del ser humano.

Sin duda, una novela muy recomendable y un autor al que seguir la pista de aquí en adelante.

Y esa era la canción que nos gustaba escuchar en los discman cuando nuestros padres entraban en nuestra habitación los domingos y nos veían ya tirados con los cascos en la cama, resacosos y sin abrir un puto libro.
Y lo importante era el respeto, y esa canción y ese grupo eran sagrados, y cada uno teníamos el nuestro.
Y podías hacer que alguien te lamiese las Martens en el recreo por un trozo de bocadillo.
Y podías pedirle un cigarro a alguien a la salida y que te lo tirara al suelo para que lo recogieras.
Y lo que no podías era jugar con la razón por la que llevábamos esa melena, esas patillas y esa camisa de cuadros abierta que dejaba ver la camiseta que te habías hecho con la portada del primero de Stone Temple Pilots, del primero de Alice in Chains, del primero de Nirvana.

La  edad media
Leonardo Cano
Candaya, 2016

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