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Foto: Antonio Pérez Abril

La primera novela de Steinbeck que leí fue De ratones y hombres que mi buen amigo J me dejó un día. Ambos habíamos oído hablar del viejo Steinbeck gracias a la serie Perdidos que junto a Otra vuelta de tuerca de Henry James eran novelas que se nombraban con bastante frecuencia. Recuerdo que en su día me gustó bastante, y el estilo de John aún más. Pero, cosas de la vida, no volví a este autor hasta hace apenas unas semanas, también por recomendación de J que recientemente había leído Las uvas de la ira  y Al este del Edén. Yo, que siempre he sentido una especie de morbo por los asuntos bíblicos, me decanté por este último, además, sabía que había por ahí rondando una película de la novela bajo la dirección de Elia Kazan y que contaba como protagonista con Jean Dean. Así que venga, me dije, me leo el libro y luego, si eso, veo la peli y comparo (cualquier escusa es buena para comer palomitas y pensar en la lluvia).

A grandes rasgos, y como podemos leer en la contraportada de la novela editada por Tusquets: la obra es una epopeya de resonancias bíblicas donde se narra las vicisitudes de dos familias (los Hamilton y los Trask) a lo largo de tres generaciones, desde la guerra de Secesión hasta la Segunda Guerra Mundial, en el lejano valle de Salinas, en la california septentrional. Tras acompañar a la familia Hamilton en su épico asentamiento en la región, conocemos el sofocante mundo de los Trask, en el que el severo Adam, tras ser abandonado por su esposa, a quien nadie osa nombrar, intenta educar en el recto camino a sus hijos mellizos Carl y Aron, los nuevos Caín y Abel, que entablan una pugna soterrada por el reconocimiento de su padre. Cuando Cal se siente extrañamente atraído por la misteriosa Cathy Ames, que regenta el burdel más célebre de la región, la maldición caerá sobre el joven, en adelante condenado a permanecer al este de un elusivo Edén.

Tal vez, a primera vista, la sinopsis de la novela puede no parecernos atractiva, pero merece muchísimo la pena ser leída por diferentes motivos. En primer lugar, el estilo que utiliza Steinbeck, un estilo limpio y preciso, sin alardes, que sabe transmitir en todo momento los sentimientos, los ambientes que rodean a los protagonistas. Por otro lado, y creo que este es el punto fuerte de la novela, por los personajes. La novela está plagada de personajes que, tanto buenos o malos, son capaces de hacer que nos sintamos atraídos por ellos. Están tan bien dibujados que uno olvida en algunos momentos que está ante una obra de ficción y siente escuchar las voces de verdaderos seres humanos. Especial mención merece Samuel Hamilton que, con su carácter soñador y alegre, transmite una enorme simpatía. Pero no solo los personajes principales son importantes, los secundarios, aquellos personajes que solo aparecen en breves periodos de la obra, son tan magníficos que uno se queda con ganas de saber mucho más sobre ellos.

La novela ofrece varias lecturas, pero con la que me quedo es aquella que transmite la idea de cómo nuestra forma de ser, de actuar, determinan el destino. En la obra veremos a personajes que son incapaces de apreciar la bondad en otras personas y otros que les sucederá todo lo contrario. Tanto una actitud como otra moverán los hilos de los protagonistas y las diferentes peripecias por las que atraviesan. Una enorme reflexión sobré qué hay de bueno y qué de malo en los seres humanos, y si de verdad merecemos vivir en el Edén o lejos de él.

Muchas veces, cuando se trata de novelas extensas, es fácil encontrar algo de paja, capítulos de relleno o que no aportan nada interesante en la trama. Pero Al este del Edén, con sus casi 700 páginas, mantiene desde el inicio el mismo nivel y no recuerdo que haya ningún capítulo que merezca ser desechado. Si leer es un placer, encontrar una novela en la que uno pueda estar sumergido durante días sin perder interés debe ser algo así como entrar en el ambicionado Edén que tan negado parecen tener sus protagonistas. Sin duda, una novela que cuando la terminas te deja tocado, como melancólico por volver de nuevo a sus páginas, a las vidas de sus habitantes.

En mayor o menor grado, los monstruos son variaciones de lo que se considera normal. Al igual que un niño puede llegar al mundo sin un brazo, también es posible nacer sin generosidad o sin conciencia. El hombre que pierde sus brazos en un accidente tiene que luchar para acostumbrarse a esa carencia, pero quien ha nacido sin ellos, solo sufre debido a la actitud de los que lo encuentran distinto; como nunca han tenido brazos, no puede echarlos de menos. A veces, en la infancia, imaginamos cómo sería tener alas, pero no hay razón para suponer que nuestra sensación coincida con la de los pájaros. No, para un monstruo lo monstruoso es lo ordinario, ya que cada uno se considera a sí mismo normal. Para quien lleva un monstruo dentro de sí, ello debe ser aún más tenebroso, ya que carece de signos visibles que le permitan establecer comparaciones con los demás. El que ha nacido desalmado considerará ridículo a cualquier ser atento al dictamen de su conciencia. para un delincuente, la honradez es de tontos. No debemos olvidar que un monstruo sólo es una variante y que, según su parecer, lo monstruoso es normal.

Al este del Edén
John Steinbeck
Tusquets, 2014

5 comentarios en “Al este del Edén, John Steinbeck

  1. Amigo mío, bravo por tu lectura. Steinbeck es sin duda de los grandes, grandes. Es admirable cómo después de conocer su biografía uno se mete en cualquiera de sus novelas y sale con la sensación de haber vivido cien años sin perder el tiempo.

    Yo también llegué a De ratones y hombres a través de la serie Perdidos, lo decía continuamente aquel hombre bajito que, paralelamente, era un apasionado de Stephen King. Pero Al este del Edén es una de esas que tengo pendientes y que siempre intento adelantar un puesto en la lista de lectura. Trataré de buscar el hueco.

    Ya que dices lo de las lecturas bíblicas, hay un estudio, creo que de una norteamericana, que contrasta la estructura de Las uvas de la ira -que no es sino un viaje por carretera en busca de empleo durante la gran depresión- con el Éxodo bíblico. Es otra novela con mayúsculas que te recomiendo. Y por cierto, con una muy buena adaptación de los años cuarenta de la mano de John Ford. Si no me falla la memoria, la protagoniza John Fonda y en el papel de la madre está Jane Fonda, que pronuncia un discurso verdaderamente memorable en la última escena. Fantásticas tanto la novela como la adaptación cinematográfica.

    Un fuerte abrazo, Antonio. A seguir con los grandes.

    Y un placer siempre, camarada.

    Jorge Andreu

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  2. Hola Jorge, qué bueno verte por aquí y ver que los mundos virtuales y las lecturas siguen manteniéndonos en contacto.

    Estoy totalmente de acuerdo contigo, Steinbeck es de los grandes, sin duda alguna. Si tienes tiempo, te recomiendo Al este del Edén, no te dejará indiferente, creo que Steinbeck nunca lo hace. Yo seguiré leyendo sus obras. Te tomo la palabra, creo que el siguiente será Las uvas de la ira. Me parece interesantísimo el estudio que comentas, cuando lea la novela me pondré con él porque seguro que no tiene desperdicio. Y la peli también, por supuesto.

    Un placer, de veras, compartir lecturas contigo. A ver si también podemos compartir un whisky pronto.
    Un abrazo muy grande, camarada.

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  3. Hola Antonio! Actualmente me encuentro leyendo «El autobús perdido», y la verdad es que no esta del todo mal, pues la narrativa que utiliza Steinbeck es fluida y agradable. Ahora estoy pensando seriamente leer Al este del Edén porque veo que entre las páginas se encuentran reflexiones bastante interesantes y profundas.
    Saludos!

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    1. Hola Crispyblog! No he leído «El autobús perdido» pero al ser de Steinbeck seguro que está genial. Estoy de acuerdo contigo, su estilo es muy fluido, también muy profundo. Creo que no es un autor que deje indiferente. Te animo a que pruebes con «Al este del Edén» estoy seguro de que te va a encantar. Los personajes de este libro, junto al estilo del autor, hace que no quieras salir de sus páginas.
      Un abrazo!!

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